El recreo

El recreo.
20 minutos de descanso de los cuales todos disfrutan de el. Nadie seria tan tonto de quedarse dentro del aula siendo que afuera de esas cuadro paredes con pupitres y sillas se asomaba una mañana perfecta, pájaros cantando y niños chistando.
Pero creo que me pongo en el lugar de los tontos que deciden no salir, cuando el aula se queda vacía y solo estoy yo, es la mejor satisfacción de la mañana, todos sus gritos se esfuman dejándome al contemple de la música del silencio, del sonido del viento.
Ese día tenia compañía, era el, el chico que me miraba desde una punta del salón y no desclavaba la mirada de mis piernas, ¿por que se quedo?.
Movía mis piernas contra el piso frenéticamente, estaba nerviosa, estábamos solos, no había nadie en los pasillos, el silencio que antes era música era aturdidor, quería salir de allí.
Sentí que la cinta que sostenía mi cabello se desataba y se desliaba por mi espalda, acompañada de unas manos gruesas que me la acariciaban.
Sentí su perfume, su calor, su sudor nervioso. Lentamente se sentó en la silla de alado y paseo sus manos sobre mis piernas, acercando sus labios a mi cuello, susurrándome frases que hasta el día de hoy me pregunto que habrá querido decir, era en un idioma, no lo recuerdo... "vi sarà la mia. Ma questo da solo dire il mio sguardo"... La presión que hacían sus manos contra mis piernas, subiendo cada vez as hasta mi pelvis que me hacia dar pequeños sobresaltos de sorpresa que me sonrojaban.
Estaba nerviosa, nunca antes había hablado con el, al menos con palabras.
Quería huir de allí en ese mismo instante, quería gritar, pero una parte de mi me hacia desear quedarme e ir por mas, no sabia que hacer, era la primera vez que un hombre recorría mi cuerpo con sus manos.
Cerré los ojos para que cuando los vuelva a abrir estuviera sobre el, en la silla del aula, pero sobre sus piernas. Podía sentir como su miembro erecto quería destruír la tela de mi falda para adentrarse en los caminos de un paraíso aun no descubierto.
Sus brazos que cada vez me llevaban mas sobre el, sus manos que recorrían cada parte accesible de mi cuerpo, sus labios que me rozaban la piel, quemándome como la miel hirviendo, su lengua sabor a caramelo de frutilla de crema dulce, ácido, y placentero.
Me alzó sobre el y me llevo hasta la pizarra, me tenia sobre ella, empujándome cada vez mas hacia la pared apunto de tumbarla, su exitación, mi deje de preocupación, mi continuará de esta falta de inspiración...

Chica Huracán.

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