"Nunca me sueltes"

Es que  jamás tuve tiempo para el amor, viviendo en un mundo en el que la noche se vive como el día y el día los animales dormitan descansando la noche.
Corriendo con tacones y lentes que me protegen de la luna infinita.
Pero el tiempo de disuelve cuando pienso en tí.
  Mientras todos dormitan me preparo con el mejor vestido que tengo, el floreado que tanto te gustaba antes de partir, el listón blanco que junta mi cabello, y los labios rosa que alguna vez mancharon tu camisa.
Mientras todos dormitan te espero aquí como mas te gusta verme.
Las sabanas blancas de esta cama aún tienen tu perfume, aún tienen restos de tu ser.
Con que cara la llamo " la dulce espera".
Como la puedo llamar espera si no se nada de tí, ni si quiera se si vivo estarás.
Como puedo llamar dulce a esta sensación destructiva de ni siquiera saber si estas vivo, sin ni siquiera haber recibido una mera carta tuya.
Las bombas no deciden cuando explotar, los estallidos no eligen donde estallar, y el campo de batalla no perdona ni a los inocentes.
Deseo que tu mirada este aquí, en este momento, te necesito hasta el punto de que mis manos se llenan de fuerza y no tienen donde descargarla.
El deseo de verte otra vez me carcome las mente, me destruye las fuerzas y me enloquece el corazón.
El deseo de que nuestras pieles se vuelvan una hace que sienta frío, que las sabanas me enfríen y que el sol produzca nieve y hielo.
Se siente el fuego del te extraño en el aire.
Recuerdo cuando te decía "Nunca me sueltes".
La distancia, la dulce y amarga distancia., Pero lo soporto porque sé que no me haz soltado y que la distancia se reduce en un abrir y cerrar de ojos.
Solo quiero tenerte aquí, quiero que me digas que me amas y que me hagas comprender que nunca más te irás, que las bombas ya no estallarán y la guerra pronto terminará.
Mi dulce soldadito de metal... Te oxidas tan fácil cuando las lágrimas caen sobre tu armadura.
Tu armadura, diría que extraño la armadura que utilizabas para protegerme.
Cambiemos el futuro!No quiero que seas mi Romeo, no quiero asesinarte, quiero que me asesines tu con esos besos salvajes que algún día me los tatuaste recorriendo mi vientre y destrozando mis miedos.
Dejemos que nuestras miradas se crucen a los lejos
dejemos que nuestras piernas se auto dirijan hacia nuestro cuerpo
dejemos que nuestros brazos se extiendan y que tus manos me agarren lo más fuerte que puedas por la cintura, que tu rostro se acomode en mis hombros y que nuestras respiraciones se agiten en el final de la dulce espera, dándole la bienvenida  al dulce reencuentro.

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