Noches de Invierno: "El deseo de la abuela."

Durante las noches de invierno no había sueño que encaje conmigo.
Todas esas noches de invierno sin dormir, escribiendo para mí y soñando con un futuro agradable… todas esas…
Hoy es la décima quinta noche de insomnio, el ambiente se siente extraño, se siente como si una oleada de calor acariciara mis brazos y mis mejillas, erizando mi piel como cuando te congelas de frío y de repente entras a un lugar cálido. Sentía esos escalofríos que en alguna parte los tenía guardados con mucho aprecio, con cariño y apego.
Esta noche era tan diferente, el hogar no estaba prendido, la luna era la única luz que entraba por mi ventana junto a la vela de mi escritorio, y lo más raro era que mis párpados sentían un cierto deseo de descansar, mi cuerpo se sentía maltratado con la necesidad de dormir.
¿Yo? ¿Con sueño en invierno?
Miré la fecha, era el 22 de Julio, sabía que algo importante ocurrió en esa fecha pero había algo que me bloqueaba la mente y no lograba recordarla.
En un deje de lucha mi cuerpo fue instintivamente a la cama, pasaba todo muy rápido, cuando me di cuenta estaba arropada y tenía en la cabeza un viejo cuento que de niña mi abuela me contaba para dormir… “La luz de Arca”.

Mi cuerpo estaba inmóvil, podía observarlo todo, podía ver como la gente caminaba, reía y hacía volar barriletes al viento. Al fondo del parque veía un asiento y en el a una mujer que s eme hacía conocida, a medida que me iba a acercando automáticamente lograba distinguir sus facciones, sus ojos, esos ojos verdes que tanta seguridad transmitían, su sonrisa cansada acompañada de esas tiernas arrugas, su cabello blanco dejado por el tiempo, sus pecas que de adolescente encantaba a los chicos… esas pecas que encantaron a el abuelo.
 La abuela.
Me estremecí, brotaron lágrimas de mis ojos que luego florecieron en el jardín ¿Era ella? ¿Y si me acerco? No sabía que hacer, ¿Y si no me reconocía? ¿Y si las nubes borraron de su mente mi recuerdo?
- No muerdo.- Dijo con una sonrisita burlona. Esa sonrisa que me acompañó durante toda mi infancia en las vacaciones de invierno cuando papá se iba a trabajar, poniéndole leña al hogar, ayudándole a cocinar, ayudándole a vivir.
                Me acerqué lentamente a la banca y me sente en la otra punta, ambas mirábamos lejos, creo que ella miraba a los niños, pero yo estaba mirando a todas partes esperando a que la imaginación acabara o que algo malo sucediera, siempre tan caótica yo…
- ¿Esto está pasando realmente?.- Me animé
- Buena pregunta, ¿esto realmente esta pasando? Esto esta pasando si es que quieres que pase, tal vez seamos un sueño o tal vez hayas muerto.
Quedé atónita, ¿Y si realmente he muerto? No podía ser, no recordaba nada.
La abuela se paró y me extendió su mano derecha, sus dos pecas en la muñeca me hicieron comprender que era ella, nadie más que ella. Tomé su mano y una oleada de ardor recorrió mi cuerpo, me lleno de alegría y me dio toda la seguridad que necesitaba.
Recorríamos el borde del lago, hasta que se detuvo en seco y me dijo:
- ¿Sabes donde estamos reina?
Hace cuánto tiempo no me decía reina…
- No abue.
- Estamos en el con fin de la vida, estamos en donde decidimos que ser y que no ser. Nos encontramos en la boca de la tormenta y los ojos de la luz. Llegué acá el 22 de Julio, ¿Te acordás? Te vi todas esas noches, todas esas noches que pasas llorando, extrañándome, yo te observo, y por eso te traje aquí. Esa madrugada del 22, yo estaba durmiendo, estaba tranquila y feliz al lado de tu abuelo, estábamos tomados de la mano como todas las noches. En un momento sentí un fuerte presión en el pecho y mis ojos empezaron a ver levemente cada vez más claro, sentía que ya no tenía fuerza en las piernas y que algo me llevaba hacia esa luz, y no era feo, era hermoso porque yo sentía el deseo de ir, yo quería ir. Fue ahí cuando llegué acá, tuve dos opciones Vida- Luz.
Pensé mucho, pensé en vos, en tu madre y en lo bien que están todos, observé que todos ya han cumplido sus metas, que todos están donde los imaginé, te vi a vos tan hermosa como siempre estudiando lo que amas, a tu madre con el hombre que ama y ese hombre con un titulo que de adolescente soñó. Cuando vi eso, comprendí que se acabó mi misión en esa vida, comprendí que solo quedaba observar y el dolor de la vejez se hacía cada vez más fuerte, cada vez me sentía más cansada. No hay otra razón.
No te voy a pedir nada más que solo una cosa; Quiero que vivas, pero no quiero que vivas como lo hacen todos. Quiero que inventes tu camino, quiero que diseñes tu personalidad y la moldees a tu gusto, quiero que termines todas esas metas que tanto queres, quiero que nunca te rindas. Quiero verte sonreír, a pesar de caer, a pesar de sufrir, quiero que te levantes. Sí, que hagas fuerza y te levantes porque solo tenés una oportunidad, que solo si cuidas y no amarras a los que mas amas, los conservarás, que si procuras e intentas lo lograrás, que si sueñas podrás hacerlo y si lo haces será una sensación maravillosa.
Te voy  a pedir que seas vos, vos, tus armas, y el mundo.
                Ya no sentía su mano, su calor se evaporó, ella ya no estaba! La hubiera abrazado, le hubiera dicho cuánto la amo.
Me puse a pensar en el tiempo que perdí dudando en correr y abrazarla o dudando si era ella o no. Me comprometí a no dudar más. A correr por mi vida, a saltar los obstáculos, y a guardar en mi corazón lo que más amo.



                                                              

Comentarios

  1. entretenido y bello escrito, con mucha sabiduría y amor.... Ojala y obedezcas a la abuela.

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